Un día, una chica cargó su maleta con
la mentira, los celos, la envidia y los complejos y vivió arrastrando un
equipaje cada vez más y más pesado y más y más y más grande.
Mentía porque le convenía, mentía
para esconder sus mentiras y mentía para que los demás nos convirtiéramos en
terribles seres encorvados y maliciosos de alma sucia, y así, la flor de su
perfume podrido de envidia y lamentos, tapaba sus propios engaños entre tanto
mal inventado.
Mentía por celos, mentía por envidia,
deseaba lo que le rodeaba, aquello y lo otro. Si carecía de cualquier cosa,
mentía sobre quien lo tuviera, ensuciando su nombre y apartando de la vista del
resto, a cualquiera que le hiciera sombra. Vivía mintiendo, se perfumaba de
mentiras, nadie ya conocía quien era, ni ella misma.
Mentía a todo el que le rodeaba, a su
familia y de su familia y a amigos….no tenía amigos sino personas engañadas
para estar a su lado.
Mentía por envidia, por intentar ser
alguien que no era. Carecía de refinamiento y cultura pero imitaba, copiaba, inventaba
y reinventaba.
Ella era su propia enemiga, sabía de
sus mentiras y de su poca valía y se mentía así misma, creyéndose sus propias
mentiras como quien se peina ante el espejo, perdiéndose en el movimiento,
embebida en sus propias trampas.
Se imaginaba así misma como buena, de
corazón noble, pero sabía de su inmunda vida, de sus miserias e imaginaba
historias emborrachándose de victimismo, y creando en el resto personas atroces
a quienes colgar sus actos, como trajes de marioneta, y ella era la buena y los
demás, los demás cargábamos sin saberlo con sus culpas.
Luego empezó a mentir porque no sabía
vivir ya de otra manera. La puerta trasera era su lugar favorito, nunca
concilió y siempre buscó la discordia, mordiendo aquí y allá, enemistando a
todos para convertirse en indispensable y salvadora.
Ahogada en sus propias mentiras, se
le acabó su mundo y creó otro. Comienza de nuevo, siempre comienza, nunca conserva,
porque obrando el engaño es muy hábil pero no eterna.
No vales nada porque no eres nada,
sólo una flor marchita que pudre las ilusiones de los otros, empujándoles a un
mundo gris, donde no se notan tus carencias ni la gama podrida de colores que
sólo sale de tu aliento fétido de celos.
Sólo eres mentira, un guiñapo, un
vacío, un ….que te aguante otro.